Miel Silvestre

Miel Silvestre Capítulo VII “El valor de la familia” Llegar a Venezuela desde Europa siempre suele ser tanto conmovedor como otra vez de encuentro de los mundos. Ahí esperaban los padres de Matilde, los Terán y Narcisa Peres a sus hijos. Claro está no sabían nada del romance ni de los planes de ambos. Bajaron por la pasarela tomados de manos de una manera galante. Los padres de Matilde y la madre de Evaristo no daban crédito a la escena y prontamente cada uno empezó a buscarse entre el tumulto de gente que también esperaban a los que regresaban. ¡Oh! y como de Dios se encontraron. Primero las miradas alegres de los Terán vieron la estampa inconfundiblemente elegante de Narcisa estos se abrazaron, y fueron a su encuentro. Cada uno hizo gala de su educación y etiqueta, luego estas desaparecieron, para convertirse en una loada ansiedad de abrazar a los hijos y ¡cómo no! celebrar este encuentro que visiblemente sonaba a romance. Era necesario según la etiqueta de esta época hacer una pedida de manos formal entre los jóvenes y si es verdad los padres de ambos jóvenes decían –“compromiso en puerta”. Mucho regocijo y la rápida pero sin dejar de ser extrañamente romántica la pedida de mano de Matilde en una íntima recepción de un hotel cercano al puerto. Los padres entendían que estos también querían un poco de tiempo solos a manera de pequeñas vacaciones “para todos” . La etiqueta de nuevo, invitaba a unir lazos familiares sinceramente. Regresaron a Caracas dos semanas después a la casa de Narcisa y Evaristo Peres Blandín, mientras rápidamente a petición de los jóvenes se aceleraba la boda. No les hicieron esperar mucho a los novios y tan sólo dos meses sirvieron para invitar a familiares y amigos. Se casarón en un ambiente de fiesta un rabino venido desde muy lejos y un sacerdote se unieron a las formalidades y preceptos nupciales. La gente comentaba el hecho por todos lados. La elegancia de los jóvenes y su belleza hacían suspirar a más de uno en la fiesta. Matilde y Evaristo se fueron de viajes de bodas al por sur América. Matilde quería conocer el Perú y la Argentina Evaristo por su parte Brasil, chile Paraguay y Uruguay además de echarle un vistazo a al continente antártico. Pero rápidamente salía otro destino y llegaron a la Isla de Pascua y Galápagos. Bromeaban un poco sobre que sería bueno ver lo que Darwin decía sobre la evolución, descubrieron también su pasión por este personaje la ciencia y que los estudios no habían sido aburridos, les habían inspirado. Mientras tanto los Terán quedaron en casa de Narcisa por una temporada que se extendía en los hermosos parajes de la hacienda “La Bonita” al ver que los hijos seguían aun de viajes surgió una Idea de Diadema de que Narcisa fuera a la casa Terán en Maturín. De vez en cuando recibían un telegrama de la pareja diciendo que el viaje se extendería un poco más y esto les encantaba a los padres de ambos, se dejaba sentir una sensación de incógnita feliz. De repente llegarón de sorpresa a “La Bonita” con un hermoso bebe llamado Evangelino era preciso claro está que los Terán conocieran a su nieto. Tras la invitación “y sin mucho detalle” llegaron a “La Bonita” y su felicidad se incrementó con la sorpresa del “dulce querube”. El tiempo corre como nadie y también llegaron los hermanitos que nacieron en los predios de la hacienda. Félix, Lidia y Clotilde eran la angustia y alegría de criados y el orgullo de Evaristo, Matilde y Narcisa. ¡Ah! Correteos y pucheros a la orden del día pero los niños querían mucho a un peón nacido en “La Bonita” joven gallardo llamado José Bolaños se había ganado también el respeto de los mayores de la gran casa a punta de excelencia en su trabajo, dichos y canciones populares que muchas veces eran verdaderas serenatas nocturnas que se escuchaban con embeleso por todos. Mientras tanto Gregorio Rangel amigo de la infancia de Evaristo desde la infancia había dejado de un lado las peticiones familiares y se había convertido en tramoyista del Teatro Nacional de Caracas. Su Trabajo era excelente apasionante viniendo de una familia acomodada cumplía su sueño. Fue el quien introdujo a Evaristo como abogado del Teatro Nacional, su destreza le auguraba un prometedor cambió en un futuro como Director del mismo. Eso era lo que decía el jefe y director de aquel momento.

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