Autobiografía de una Santa

Tefilim 119, 164 Orar Sin cesar. Te alabo siete veces al día, por tus justos designios. Mi padre está molesto con mi Nana, ella es muy devota de Jesús y se lo dejo entrever a mí Padre. Él es un hombre muy justo, y como ya les había dicho reúne en casa a muchos sabios que vienen a enseñarme de todo. Sé que él quería tener un hombre como hijo pero nací yo. Acá en Alejandría hay muchos sabios y muchas religiones. Muchas de ellas ocultas como los cristianos. La tradición de nuestra familia es entre griega y egipcia. Mi madre es egipcia y es muy hermosa y buena. Mi padre se enamoró de ella muy joven cuando llego de Grecia, para servir y hacerse un hombre muy rico. El impulsa las amistades de todos y para yo ser una chica tengo muchas libertades, casi masculinas pero no me gusta abusar. Él ha entrado en querellas con mi nana y esto me tiene muy triste, es de las más buenas siervas de nuestra casa. Mi padre piensa que yo hare votos de virginidad como muchas chicas cristianas y me iré de casa a mendigar y hablar de Jesús y sus gran poder y amor. Creo este es el gran temor de mi Padre. Ya estoy comprometida pero no estoy enamorada. No me gusta que pelee mi Padre con mi madre. Seguiré yendo a esas reuniones donde se habla de Jesús “No digas siete veces, sino hasta setenta y siete veces”(Mt 18,22). “Así hará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón a sus hermanos”(Mt18,35). Libertad Irreversible

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