Iosef de la casa de David.

Tefilim 119,164 Orar sin cesar Te alabo siete veces al día, por tus justos designios. Llegaron a casa y sentaron uno en frente del otro el niño Ieshua y su Padre Iosef. Etos se sentían muy felices, y la contemplación de ambos que Dios mismo estaba ahí con ellos. –Padre este mundo es una gran cosa, leer y descifran con ayuda de Dios siempre pensando en la ayuda de los otros, la capacidad de dar ese conocimiento es una maravilla. Dijo el niño Ieshua -¡Oh Ieshua mijo mío,! Cuando hablas así me siento tan feliz y me das precios regalo.Dijo Iosef. –Como lo eres tú y tu guía Padre mío. Entonces salieron un rato a caminar por las colinas detrás de casa y regresaron para estar en compañía de los familiares todos y Mamá. Entonces comieron y se fueron a cada uno a su pieza. Iosef fue a visitar de nuevo al niño Ieshua y le pidió que orara mucho por Él. –No tienes por qué sentirte turbado amado Padre todo está bien, gracias por ser mi Padre.Dijo el niño, entonces Iosef fue agradeciendo durante el trayecto a la pieza de dormir, se cambió se lavó oro otro tanto más y se acostó. “Y así hará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan d corazón a sus hermanos” (Mt 18,35) Libertad Irreversible

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