Una Dieta Re-Bienvenida De Tragedias.

Gracias. Salmo 100. "Salmo. Para la acción de gracias. ¡Aclamad a Yahveh, toda la tierra, 2.servid a Yahveh con alegría, llegaos ante él entre gritos de júbilo! 3.Sabed que Yahveh es Dios, él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de su pasto. 4.¡Entrad en sus pórticos con acciones de gracias, con alabanzas en sus atrios, dadle gracias, bendecid su nombre! 5.Porque es bueno Yahveh, para siempre su amor, por todas las edades su lealtad." Dice el alumno. –Maestro ya he preparado la cena- -¡Oh! muchacho que amable, pero a ver dime que has preparado pero hazlo como un cuento. – el muchacho rio y dijo- - con gusto Maestro- y el joven relato. Esta tarde soplaba el viento frio de estas fechas. Y comenzó una tenue lluvia. De inmediato me senté dentro de una cueva entonces, escuche que la pared de la cueva sonaba y salí, me moje un poco pero la pared cayo y de esta salía un corro de agua que me asusto, pero yo entonces salió con fango una antigua escultura de los tiempos en que por aquí vivían griegos. Llame a don Gerhard bien sabe usted que él le gustan estas cosas, y se fue conmigo y daba saltos de alegría y llamo por teléfono y me dio mucho dinero, y me dijo que le gustaría que cocinara para él y habláramos de nuestros estudios con usted. Me regalo una oveja 100 kilos de trigo, dos sacos de zanahorias papas y un saco de especias varias, dos sacos de papas, 1 saco de tomates, uno de cebollas, y 4 sacos de muchas frutas. Me dio dos gansos, 4 pescados, dos sacos de pan de centeno y aceite, quesos, mantequilla, leche y miel y azúcar harinas de todas las clases, cacao y dos cajas de vino. Me envió a casa en su coche y saltaba. El hombre de gusto, Maestro- - Creo que ha encontrado un tesoro hijo mío en esa cueva, y el Creador te eligió, ahora háblame de la comida- Bueno entonces decidí hacer lo siguiente. Puse a sofreír las cebollas con ajos en un poco de aceite de oliva mientras calentaba las papas y las zanahorias hervidas. Vi que había también los tomates y los puede a hervir para con ellos hacer una sopa con rodajas de sardina, pimienta y queso amarillo. Luego pique en rodajas las aceitunas con mucha lechuga cebolla morada, con espárragos y manzanas, le aderece con mostaza de miel y le rocié crema de queso de cabra esto me dio una sensación de dulzura, mientras cantaba. Preparé la oveja en chuletas y las Frei con un gran adobo que tenía mucho ajo y algo de pimientos dulces y picantes pero les rocié un poco de vino tinto y algo de crema de leche luego que do un estofado y le puse algunas rodajas de manzana fresca. A los granos de trigo les hice como cuz cuz y les puse un toque de coco y las papas y las zanahorias con un poco de caldo de res y pollo frito picante y dulzón. Estas venían con rodajas de pan de centeno con mantequilla de ajo y calamares fritos sobre estos. Hice una tarta de frutillas y chocolate con harina y crema chantilly. El Vino era de una tintura capaz de ser versátil a todos estos alimentos. – El Maestro sorprendido con la boca hecha agua dijo- - A ver hijo y¿ Donde está todo esto? – Pues aquí Maestro- Y los hombres comieron y se rieron y hablaron de todo y más ahí les acompañaba Dios escuchando su conversación y abogando por la unidad de todos sus hijos- Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; 2.y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. 3.Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. 4.Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. 5.En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» 6.Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes. 7.Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; 8.otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. 9.Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle. 10.Cuando los apóstoles regresaron, le contaron cuanto habían hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada Bestsaida. 11.Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y él, acogiéndolas, les hablabla acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. 12.Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.» 13.El les dijo: «Dadles vosotros de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.» 14.Pues había como 5.000 hombres. El dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta.» 15.Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos. 16.Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. 17.Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos. 18.Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 19.Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado.» 20.Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.» 21.Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. 22.Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.» 23.Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24.Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. 25.Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? 26.Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles. 27.«Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios.» 28.Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29.Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, 30.y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31.los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. 32.Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33.Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. 34.Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35.Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.» 36.Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. 37.Sucedió que al día siguiente, cuando bajaron del monte, le salió al encuentro mucha gente. 38.En esto, un hombre de entre la gente empezó a gritar: «Maestro, te suplico que mires a mi hijo, porque es el único que tengo, 39.y he aquí que un espíritu se apodera de él y de pronto empieza a dar gritos, le hace retorcerse echando espuma, y difícilmente se aparta de él, dejándole quebrantado. 40.He pedido a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.» 41.Respondió Jesús: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y habré de soportaros? ¡Trae acá a tu hijo!» 42.Cuando se acercaba, el demonio le arrojó por tierra y le agitó violentamente; pero Jesús increpó al espíritu inmundo, curó al niño y lo devolvió a su padre; 43.y todos quedaron atónitos ante la grandeza de Dios. Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: 44.«Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.» 45.Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto. 46.Se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor. 47.Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, 48.y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor.» 49.Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros.» 50.Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros.» 51.Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, 52.y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; 53.pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. 54.Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» 55.Pero volviéndose, les reprendió; 56.y se fueron a otro pueblo. 57.Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» 58.Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» 59.A otro dijo: «Sígueme.» El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.» 60.Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.» 61.También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.» 62.Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»" (Lc 9). Amén.

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