Sin reservas.

Salmo 79 Señor, muéstranos tu favor y sálvanos. "Salmo. De Asaf. Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén, 2.han entregado el cadáver de tus siervos por comida a los pájaros del cielo, la carne de tus amigos a las bestias de la tierra. 3.Han derramado como agua su sangre en torno a Jerusalén, ¡y nadie sepultaba! 4.Nos hemos hecho la irrisión de los vecinos, burla y escarnio de nuestros circundantes. 5.¿Hasta cuándo, Yahveh, tu cólera? ¿hasta el fin? ¿han de quemar tus celos como fuego? 6.Derrama tu furor sobre las gentes, que no te reconocen, y sobre los reinos que tu nombre no invocan. 7.Porque han devorado a Jacob y han devastado su dominio." Poemillo. Desearía el alma mía reposo para aprender de este día, tan terrible soy que mi maestro amado hasta le hago molestar. Molestar no me haces niño de la Luz tu temperamento habla de la convergencia de los hijos de Abraham como en su seno mismo. Alegrémonos y regocijémonos desterremos para siempre todo lamento y llanto. Bueno son los sentimientos vivirlos recibirlos y hasta invocarlos, aquí estoy aquí estoy. Rav Berg que me siento en los campos de la locura cuanto trabajo es esto de la espiritualidad y desdoblarse a la vida misma. Muchos antes que tu pasaron por lo mismo y eso se llama gozo y servicio. Lo acepto y deme un abrazo. Te lo ofrezco siempre. Perdóneme. No tengo nada que perdonar, sigue en tu camino difícil y veras los frutos del proceso no al final, no esperes has. ¿Dónde está tu Dios hijo de David?. Mi Dios está en mí. Amén. Amén. "Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 3.En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. 4.Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» 5.Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.» 6.Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. 7.Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.» 8.Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. 9.Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»" ( Mt, 17 2-9). Reposo.

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